Prácticamente todo lo que utilizamos involucra tecnología: desde tu inseparable smartphone, pasando por la televisión en tu sala, hasta la computadora de tu automóvil.
Lamentablemente, los dispositivos electrónicos son parte de la conocida “obsolescencia programada”. Por ejemplo, los celulares. Hay que actualizar el sistema operativo de forma constante, hasta que llega un punto en el que ya no son compatibles con la última versión y no queda más que conseguir otro.
Si tenemos suerte y el equipo está en buenas condiciones, lo vendemos. Pero, al no saber qué hacer con la basura tecnológica, la gente opta por tirarlo a la basura.
Y es cierto, los artículos electrónicos tienen partes valiosas hechas con oro, plata o cobre, que otras personas pueden aprovechar. Pero también contienen sustancias tóxicas para la salud y el ambiente, como mercurio, arsénico y plomo.
Ante este escenario ¿Que se puede hacer?
Lo principal es ser cuidadosos. Los desechos tecnológicos necesitan un contenedor separado de la basura normal. Empresas mexicanas, como Econtenedores, cuentan con depósitos de alta calidad, resistentes a químicos, ideales para almacenar éste tipo de residuos.
A partir de éste punto tenemos diferentes opciones:
- Si tu celular ya no tiene software o ya no cuenta con actualizaciones disponibles, explota el resto de sus funciones. Puede fungir como cámara fotográfica, reproductor de música o una libreta de notas.
- Dona tu equipo a organizaciones que los reparan y llevan a comunidades de escasos recursos económicos para contribuir con la alfabetización digital.
- Separa las baterías dañadas o infladas para que puedan ser desactivadas.
- Acude a un centro de manejo certificado, para que le den el manejo y disposición final adecuado.
Lo más importante es que comencemos a tomar conciencia sobre la forma en la que consumimos tecnología, y que todo aparato desechado puede generar contaminación.